jueves, 10 de noviembre de 2011

¿De pueblo? ¡No! De aldea...

Hipólito sentado a su mesa del Centro Académico Fundación
   Hipólito ha trabajado en muchas cosas: en una fábrica de neveras, como vendedor de libros a domicilio, cobrador de recibos, etc., hasta que ingresó en Correos, aunque siguió pluriempleado.

    Es hermoso ver la mano de Dios en tu vida cuando vas cumpliendo años. Tengo 77. Y el Señor me ha dado buen humor. Con cierta frecuencia, algún amigo más joven, para tomarme el pelo con afecto y tirarme de la lengua, inicia la conversación diciendo:

    Hipólito, tú que eres de pueblo y has hecho la trashumancia…

    Yo siempre respondo: ¿De pueblo? ¡No!, de aldea, que no es lo mismo…
    Hace unos meses me invitaron como ponente a una cena-coloquio con jóvenes profesionales. En otras ocasiones habían hablado de bioética, de cooperación al desarrollo, de misiones de paz de militares en zonas de conflicto, de arte y de música, de macroeconomía…

    Recordamos tiempos de penuria, de la vida dura del campo y de la ganadería en los años cuarenta y cincuenta, de noches al raso –como los pastores de Belén– o en ventas y posadas malolientes donde nos juntábamos tratantes de ganado (chalanes), estraperlistas y pastores alrededor de un gran caldero que preparaba la posadera para cenar; de gente recia y buena que hacía largos viajes con el ganado en busca de pastos. A los ingenieros, abogados, periodistas y médicos asistentes se les abrían los ojos. También se les abrió el apetito, con una sartén de migas estilo pastor, que les llevé para ambientar el coloquio.
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    Cuando conocí el Opus Dei, hace 30 años, todo lo entendí de una manera sencilla y natural: era lo que siempre había soñado. Y el cartero escribió la carta, pidiendo la admisión, y diariamente da gracias a Dios por esa gracia maravillosa e inmerecida.
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    Cuando llegan las inevitables goteras de la edad y hay que pasar por hospitales es bonito ver la cantidad de amigos que te visitan. Pido al Señor que, si es su voluntad, me conserve andarín y animoso, como siempre he sido, para seguirle al paso que Él quiera y servir a muchas personas.

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