San Josemaría Escrivá |
Santa intransigencia, Santa desvergüenza y Santa coacción.... tres vectores que se entrecruzan en el punto clave de la libertad. Un día San Josemaría habla con varios hijos suyos de esa Santa intransigencia, para no ceder porque estoy persuadido de la verdad de mi ideal. De esa Santa desvergüenza, para despreciar el qué dirán. Y de esa Santa coacción, para acercar a las almas a Dios, con un apostolado intrépido y sereno. Alguno de los que le escuchan piensa que esa Santa coacción debería tener efectos inmediatos, ya que la palabra de Dios es siempre eficaz, y no puede volverse de vacío.
El Padre, como adivinando esa juvenil impaciencia, apunta al enigmático y magnífico juego, humano y divino, de la libertad y de la gracia: -No todo el mundo ha de ser de la Obra. Esto es una vocación. Y Dios la da a quien Él quiere. Hijos míos, hemos de amar mucho la libertad... No hay otra Santa coacción que la de rezar, darles ejemplo, ser buenos amigos... Me diréis: pero entonces tardaremos mucho! Y yo os digo que la gracia es mucho más rápida. De Saulo a Pablo hay ?un instante! Y después... tres días para meditar.
Que nadie, en las horas malas, pueda pensar que está en la Obra porque... le han coaccionado. No! Ha de ser con un sí libre, libérrimo...! Porque me da la gana! Ésa es la razón más sobrenatural.
Se estira la tela de la sotana, a la altura del pecho, mientras agrega con brío: -Y si yo llevo puesta esta funda de paraguas, es... porque me sale de las narices! Yo le dije un día a Dios: te doy mi libertad. Y, con su gracia, he mantenido la promesa.
Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere
Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere
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