Pasaba un día una madre con su hijo pequeño junto a una iglesia. Era ya al anochecer. El niño tuvo esta sencilla curiosidad:
-Mamá: ¿qué hace Jesús ahora en la iglesia? ¿Duerme?
-Mamá: ¿qué hace Jesús ahora en la iglesia? ¿Duerme?
La madre calló un momento. Enseguida dio esta respuesta a la curiosidad infantil:
-Hijo, Jesús no duerme nunca en el Sagrario; siempre, día y noche, reza por nosotros.
No andaba muy descaminada esta buena madre. Leemos en la Carta a los Hebreos que Cristo está siempre vivo para interceder por nosotros (7,25). Su sacerdocio es eterno (ídem 7,24).
Cfr. J. Ablew¡cz, Seréis mis testigos
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