Abraham Lincoln, el decimosexto Presidente de los Estados Unidos (1809-1865) tuvo una esposa que resultó vital para que alcanzara la meta a la que llegó. Mary Todd, activa y ambiciosa, fue capaz de tirar de aquel abogado de pueblo y hacerlo el hombre más importante del país.
El caso es que Lincoln padecía serios conflictos sentimentales. Con las mujeres era tímido y tenía algo así como horror del matrimonio. Le costó comprometerse con Mary, y en el último momento le dio miedo la boda y no acudió a la ceremonia; o sea, que como suele decirse, la dejó compuesta. Pero Mary no era de las que se arredran. Reprimió su indignación, se tragó el amor propio y esperó a que pasara la crisis. Lincoln estaba con los nervios muy alterados y tuvo que retirarse a descansar. Pasó la crisis, y Lincoln, todavía melancólico y desilusionado, regresó junto a Mary para contraer matrimonio con ella.
Cfr. VV.AA., Forjadores del mundo contemporáneo
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