Hellmut Laun, hombre de empresa de origen alemán, ha narrado su conversión e ingreso en la Iglesia Católica -año 1937- en un excelente libro: Cómo encontré a Dios.
Un interesante suceso de su vida se sitúa después de la conversión, durante un sueño que dejó en él un rastro indeleble. Sentía que su alma estaba prisionera en una mazmorra de altos y macizos muros. Había una ventana que daba al exterior, pero protegida por fuertes rejas de hierro. Ansiaba la libertad, pero veía imposible cualquier evasión de aquel lugar. Su situación se volvía cada vez más desesperanzada y aterradora. Apretaba el rostro contra los barrotes de la ventana con ansias de liberación y, sin embargo, todo esfuerzo era inútil. Se ahogaba por momentos.
En medio de la angustia, miró hacia arriba y, aunque al principio no acababa de creérselo, terminó por convencerse de que allá en el techo había una abertura que facilitaba la libertad. Comenzó a luchar por salir por aquella brecha, e inmediatamente comprendió que la abertura era Cristo. No oyó palabra alguna, ni vio tampoco ninguna figura, pero sabía con certeza inefable que la solución de su vida estaba en la frase del Evangelio: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". Este es más o menos su testimonio de aquella experiencia.
J. EUGUI
J. EUGUI
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