miércoles, 19 de octubre de 2011

LO CUENTA PLINIO

   Narra este escritor de la antigüedad que un perro, a quien unos sicarios habían dejado sin amo, permaneció junto al cadáver muchos días, para impedir que las aves de rapiña o las fieras lo devorasen.

   Refiere también de otro perro de un romano condenado a muerte, que no quiso alejarse de la cárcel donde estaba preso su amo. Hasta después del suplicio -añade- permaneció junto al cadáver, manifestando su dolor con tristes ladridos. Y cuando el cuerpo del amo fue arrojado al Tíber, se lanzó también al río, donde le vieron emplear todas sus fuerzas para impedir que se hundiera el cadáver.

   Es el instinto de los animales. No podemos hablar de auténtico amor. Pero da la impresión de que hasta las criaturas irracionales nos dan lecciones, nos exhortan a dar gracias a Dios y a amarle.

Cfr. V. Muzzatfi, Antología catequística de símiles y analogías

1 comentario:

  1. Estas historias siempre conmueven si, yo conozco algunas parecidas.

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