Juan Pablo II |
Una breve anécdota, sin mayor trascendencia, que ilustra un hecho bien conocido por todo el mundo: el buen humor del Papa Juan Pablo 11 y su capacidad para ganarse enseguida la confianza de las personas.
Siempre tuvo afición al esquí. Practicó este deporte hasta su elección para la Sede de Pedro, aunque después ha tenido alguna oportunidad, muy excepcional, de poder volver a hacerlo. Cuando era Cardenal Arzobispo de Cracovia, Mons. Wojtyla iba alguna vez a Zackopone para disfrutar de un pequeño descanso en las pistas de nieve. Un día se encontró al párroco de Ketty en el funicular que lleva hasta la estación invernal sin equipo de montaña.
-¿Y sus esquíes?
-Es que no sé esquiar, Eminencia...
Vaya, hombre -respondió el Prelado, después de quedarse mirándole de hito en hito y echarse a reír con simpatía-, no sabía que hubiese gente tan incompetente en mi archidiócesis.
Cfr. J. Esteban Perruca, Juan Pablo II, el primer Papa polaco
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