sábado, 14 de enero de 2012

MIS BRAZOS SOIS VOSOTROS

   Un pueblecito alemán, que quedó prácticamente destruido durante la segunda guerra mundial, tenía en una iglesia un crucifijo, muy antiguo, del que las gentes del lugar eran muy devotas. Cuando iniciaron la reconstrucción de la iglesia, los campesinos encontraron esa magnífica talla, sin brazos, entre los escombros. 

   No sabían muy bien qué hacer: unos eran partidarios de colocar el mismo crucifijo -era muy antiguo y de gran valor- restaurado, con unos brazos nuevos; a otros les parecía mejor encargar una réplica del antiguo. Por fin, después de muchas deliberaciones, decidieron colocar la talla que siempre había presidido el retablo, tal como había sido hallada, pero con la siguiente inscripción: Mis brazos sois vosotros... Así se puede contemplar hoy sobre el altar.

Cfr. F. FERNANDEZ CARVAJAL, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, p. 149

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