A veces decimos que vamos a hacer esto o lo otro, pero no somos del todo conscientes de que no hay una decisión seria. Y a la menor dificultad, dejamos de cumplir el propósito. Falta de conocimiento propio.
Escribía un chico a su enamorada: «Por irte a ver, atravesaría mares de fuego. Por irte a ver, pasaría entre cuchillos afilados. Por irte a ver, arrancaría las estrellas de su sitio». Pero al final de la carta hacía un quiebro, y a modo de postdata, anunciaba lo que sigue: «el sábado, si no llueve, iré a verte».
Cfr. C. López Pardo, Sobre la vida y la muerte
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