A pesar de no haber podido participar presencialmente de la JMJ de Río, Alicia una joven de la localidad catalana de Sabadell y muchos otros jóvenes de lugares muy diversos no han querido perderse la oportunidad de vivir estos días de una manera especial y lo han hecho acudiendo al Santuario de Lourdes
Alicia estuvo muy cerca del papa Francisco, pero sin cruzar el Atlántico. ¿Cómo lo hizo? Uniéndose a un buen grupo de jóvenes europeos que quisieron vivir intensamente la JMJ de Río desde el Santuario de Lourdes.
«Impresionaba ver cómo gente de las más diversas razas y culturas se acercaba con devoción a la cueva de las apariciones, y sobre todo como rezaban los enfermos. Esta piedad y ese recogimiento en la cueva y el Santuario no impedía, sin embargo, que el ambiente en las calles de Lourdes fuera muy festivo, como si de Río de Janeiro se tratara». Este es el testimonio de Alicia después de haber participado, del 26 al 28 de julio, en la denominada Jornada Mundial de la Juventud Europea de Lourdes.
A pesar de no haber podido participar presencialmente de la JMJ de Río, Alicia una joven de la localidad catalana de Sabadell y muchos otros jóvenes de lugares muy diversos no han querido perderse la oportunidad de vivir estos días de una manera especial y lo han hecho acudiendo al Santuario de Lourdes. «Desde allí hemos podido apoyar de una manera muy especial al papa Francisco, siguiendo los acontecimientos de Río de Janeiro por Internet y viviendo la Jornada muy cerca de la Virgen».
«Han sido sólo tres días, pero muy intensos. El mismo viernes 26 pudimos seguir el Vía Crucis de Río y acompañar al Papa, formando parte de la JMJ estando a miles de kilómetros», explica Alicia y añade: «el sábado participamos con nuestras aportaciones en el Congreso del Año de la Fe, donde comentamos y concretamos en acciones prácticas lo que el Papa espera de nosotros, los jóvenes».
El papa Francisco en la misa en la Basílica del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida de Río de Janeiro dijo: «el cristiano es alegre, nunca triste» y añadía que «si estamos verdaderamente enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, nuestro corazón se “inflamará” de tanta alegría que contagiará a cuantos viven a nuestro alrededor». Parece que Alicia lo experimentó con sus compañeras cuando dice: «una de las experiencias que más nos impresionó fue la fe y la alegría de los enfermos que encabezaban la procesión de las antorchas alrededor del santuario rezando el rosario con la multitud que se encontraba en Lourdes».
Otro momento muy especial comenta Alicia «fue cuando nos bañamos en las piscinas, abiertas más tiempo del habitual para acoger a los peregrinos de la JMJ. Los encargados nos pidieron que mientras esperábamos nuestro turno dirigiéramos el rezo del santo Rosario, y así lo hicimos, ofreciéndolo por las intenciones del Santo Padre, por los frutos de la JMJ y también para las víctimas, heridos y familiares del accidente ferroviario de Santiago».
El domingo, cuando «se acercaba la clausura de la JMJ y era hora de dar gracias y pedir con mucha fuerza por los frutos de la Jornada y por todas las intenciones de aquellos tres días −concluye Alicia− era hora de despedir desde la distancia al papa Francisco y de hacer propósitos bien firmes para seguir acompañándolo cada uno desde su país». Como dijo el papa Francisco era hora ya de ir a las parroquias de cada uno a «hacer lío».
almudi
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