En la obra de F. Spirago, Catecismo en ejemplos, se narra que en un cementerio había un magnífico mausoleo en el que se podía leer: «Aquí yace N. N., que murió a los 90 años, pero no vivió más que tres». Alguien reparó en esas palabras, y, no entendiendo su sentido, tuvo la curiosidad de preguntárselo a los sepultureros. Así supo que se trataba de un hombre que vivió mal durante 87 años y sólo los últimos estuvo en amistad con Dios. Él mismo había querido tal inscripción en su tumba.
Algo se parece a este hecho una anécdota de la predicación de San Josemaría Escrivá: «No se va de mi memoria una ocasión -ha transcurrido ya mucho tiempo- en la que fui a rezar a la Catedral de Valencia, y pasé delante de la sepultura del Venerable Ridaura. Me contaron entonces que a este sacerdote, cuando era muy viejo y le preguntaban: ¿cuántos años tiene usted?, él, muy convencido, respondía en valenciano: poquets, ¡poquitos!, los que llevo sirviendo a Dios» (Amigos de Dios, 3).
Gracias. Esta la contaré mañana mismo en Misa de nueve en la casa de las Hermanitas de los ancianos desamparados. Les parecerá estupenda a todos -como a mí- y rezaremos por usted.
ResponderEliminarUn cordial saludo.