sábado, 10 de julio de 2010

¡DÉJAME QUE PASE LA BARBA!

          El martes 6 de julio de 1535 afrontó el martirio Tomás Moro, por su fidelidad a la Iglesia. El Papa es cabeza de Cristo en la tierra y no estaba dispuesto Moro a sustituirla por la «cabeza suprema» del rey Enrique VIII.

          En la cuesta de Tower Hill echó mano del bastón para aliviar el esfuerzo. A poca altura se alzaba el cadalso. Cuando llegó el momento de subir los peldaños, no le abandonó el buen humor; ese buen humor de que había hecho gala toda su vida. Le faltaban las energías, pero con mucha decisión tiró el báculo solicitando el apoyo del lugarteniente: «Ayúdeme a subir seguro, que ya bajaré por mis propios medios».

          El que le iba a ajusticiar le pidió perdón de rodillas -como era costumbre-, y Moro le dijo: «Animo, hombre, no tengas miedo a cumplir tu oficio. Mi cuello es muy corto. Anda, pues, con tiento y no des el tajo de lado, para que quede a salvo tu honradez».

          Todavía tuvo en el último momento un rasgo de humor, expresión de la entereza con que afrontaba el trance de la muerte. Habiendo observado que le quedaba prendida la barba entre la garganta y el madero, advirtió al verdugo: «Por favor, déjame que pase la barba por encima del tajo, no sea que me la cortes».

Cfr. A. Vázquez de Prada, Sir Tomas Moro

1 comentario:

  1. ¿Sabías que los más pobres del mundo para Moro son las almas olvidadas del purgatorio? Yo soy una entusiasta suya algún día hablaré sobre ello en mi blog

    http://portimadrugo.blogspot.com/


    y te tuteo porque puedo ser tu madre; justamente mi hijo mayor se llama Gabriel y tiene tu edad.
    ¡Un abrazo hija!

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