El mariscal Pétain, artífice de la victoria francesa en Verdún, durante la Primera Guerra Mundial, admirado siempre por su heroísmo, tuvo que sufrir, por la opción que asumió de colaborar con el ejército alemán invasor de Francia en la Segunda Guerra Mundial, un penoso proceso que le acarreó, tras la conmutación de la pena de muerte, el vivir desterrado hasta el final de sus días en la isla de Yeu.
Cuando era coronel, en coincidencia con una época de política antirreligiosa en el país galo, recibió una comunicación de la superioridad en la que se le instaba a facilitar los nombres de los oficiales que, contraviniendo las disposiciones reglamentarias, asistían a Misa de uniforme. La respuesta del coronel Pétain fue la siguiente:
-Si bien es cierto que algunos oficiales acuden a Misa con uniforme, su coronel no puede facilitar los nombres, puesto que él se sitúa en primera fila e ignora la identidad de los que se agrupan a su espalda.
Cfr. J. Azcárate Fajarnés, A evangelizar de nuevo
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